Las luces de conducción diurna (DRL, por sus siglas en inglés) se han vuelto obligatorias en la Unión Europea desde 2011 en todos los vehículos nuevos. Su principal función es aumentar la visibilidad de un automóvil para otros usuarios de la carretera, complementando las luces de posición, corto y largo alcance cuando estas son requeridas.
Estas luces se activan automáticamente al arrancar el vehículo y son especialmente útiles en autopistas, autovías, tramos peligrosos como cruces con poca visibilidad o cuando el sol está bajo, provocando deslumbramientos.
Según estudios europeos, si todos los vehículos circularan con luz durante el día, se podría reducir en un 10% el número de fallecidos por accidentes de tráfico. Philips, fabricante de sistemas de iluminación, sostiene que un vehículo con luces diurnas o luces de cruce durante el día es visible a una distancia de 240 metros, mientras que sin estas luces, la visibilidad se reduce a menos de la mitad.
La Dirección General de Tráfico (DGT) en España recomienda, aunque no obliga, mantener encendidas las luces de cruce en vehículos que no disponen del sistema de luces diurnas para aumentar su visibilidad en la vía.
Tipos de luces: diferencias y características
En el mercado existen diversos sistemas de iluminación para vehículos, cada uno con sus propias características y capacidades:
Halógenos: Este sistema ha sido ampliamente utilizado en la iluminación automotriz durante muchos años. La bombilla es reemplazable, aunque en algunos modelos la sustitución puede no ser sencilla. La bombilla se sitúa sobre una parábola reflectante que modela el haz de luz y mejora su luminosidad. Aunque son las más económicas, su vida útil es limitada, alrededor de 500 horas de uso.
De descarga de alta intensidad (xenón): Introducidos como alternativa a los faros halógenos, ofrecen una luz más clara y mayor luminosidad (hasta tres veces más que un halógeno). Funcionan mediante un tubo de gas que se calienta mediante electrodos, similar al funcionamiento de un fluorescente doméstico. A pesar de su mayor coste y necesidad de sustitución en talleres, su vida útil puede ser hasta cuatro veces mayor que la de los halógenos.
LED: Inicialmente utilizados en luces de freno, intermitentes y luces diurnas, los LED consisten en varios diodos de luz de pequeño formato que proporcionan una alta luminosidad. Sus ventajas incluyen una iluminación instantánea, diversos diseños posibles, bajo consumo de energía y una vida útil de aproximadamente 10,000 horas. Sin embargo, generan una temperatura tan elevada que a menudo requieren sistemas de disipación de calor y su reemplazo debe realizarse en talleres especializados.
Láser: La tecnología más reciente en iluminación vehicular. Ofrecen cuatro veces la intensidad lumínica de los LED, permitiendo su uso en ópticas más compactas. Proporcionan un mayor alcance visual (hasta 600 metros) y consumen menos energía que los LED, lo que prolonga su vida útil. Utilizan varios diodos láser combinados con una sustancia fluorescente de fósforo para producir una luz natural. Aunque su precio es elevado, ofrecen beneficios notables.
Estas opciones de iluminación ofrecen diversas características, y la elección entre ellas dependerá de las necesidades y preferencias individuales de cada conductor. Con la implementación obligatoria de las luces diurnas en la UE, se busca mejorar la seguridad vial y reducir la incidencia de accidentes en las carreteras.