El transporte es el quinto sector más contaminante de la UE. Sin embargo, es necesario separar el sector del transporte, ya que incluye distintos modos de transporte como camiones, trenes, autobuses y, sobre todo, automóviles, barcos y aviones.
Las emisiones varían mucho entre estos modos. Además, a diferencia de los coches (transporte privado), las emisiones de dióxido de carbono del transporte público y colectivo se controlan mediante una variable poco habitual (emisiones de CO2 por pasajero).
Gracias a diversos estudios, es posible desglosar las emisiones de cada modo de transporte. Así, la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) ha creado una tabla para comprobar las emisiones de CO₂ de cada modo de transporte.
En concreto, se trata del número de gramos de CO₂ por pasajero y kilómetro recorrido, correspondientes al efecto invernadero de cada uno de los modos de transporte más utilizados.
Vehículos de motor
El transporte por carretera representa la mayor parte (90%) de los kilómetros anuales recorridos por los pasajeros. Estos desplazamientos terrestres deben repartirse entre los distintos modos de transporte. En consecuencia, como muestran las cifras, las furgonetas son las que salen peor paradas:
- Furgonetas: 158 gramos de CO₂ por pasajero-kilómetro.
- Turismos: 104 gramos de CO₂ por pasajero-kilómetro.
- Motocicletas: 72 gramos de emisiones de CO₂ por pasajero-kilómetro.
- Autobuses: 68 gramos de emisiones de CO₂ por pasajero-kilómetro.
Estas cifras son medias porque, por ejemplo en el caso de los turismos, hay que separar los datos de los distintos motores. Así, los coches potentes y grandes emiten más de 250 g de CO₂/km. Los compactos emiten entre 110 y 180 g de CO₂/km y los pequeños, 90 g de CO₂/km. Las tecnologías híbridas reducen estas emisiones en torno a un 25%.
Aviones
En el ámbito del transporte aéreo, hay que distinguir entre las aerolíneas comerciales y los aviones privados. Estos últimos producen más emisiones porque transportan menos pasajeros. Los aviones, como todos los demás motores que queman combustibles fósiles, emiten gases de efecto invernadero, principalmente dióxido de carbono (CO₂).
Según la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), la norma de la ONU para medir las emisiones de la aviación civil, un vuelo en clase turista entre Londres y Nueva York produce unas 0,67 toneladas de CO₂ por pasajero.
Según el Departamento de Empresa, Energía y Estrategia Industrial (BEIS), las emisiones de dióxido de carbono por pasajero-kilómetro en vuelos de larga distancia son unas tres veces superiores en clase preferente y cuatro veces superiores en primera clase. Como los vuelos de larga distancia se realizan a mayor altitud, las emisiones son más elevadas que en los vuelos de corta distancia.
Barcos
Hace unos meses, Transport & Environment advertía de la contaminación que provocan los cruceros que recorren Europa cada año: según un estudio de 2022, el tráfico de cruceros aumentó un 25% respecto al año anterior después de que se levantaran las restricciones a los viajes tras una pandemia. Los cruceros emiten una media de 287 gramos de CO₂ por pasajero y kilómetro.
En concreto, las emisiones de SOx (óxidos de azufre) aumentaron un 9%; las de NOx (óxidos de nitrógeno), un 18%, y las de PM2,5, un 25%. Además, según la organización, 218 buques que pasaron por puertos europeos en 2022 emitieron compuestos tóxicos de azufre equivalentes a las emisiones de mil millones de coches.
Esto significa que los puertos que reciben más cruceros son los que tienen el aire más contaminado. Por ejemplo, los muelles de Barcelona encabezan la lista de puertos más contaminados. El año pasado, los 106 cruceros que atracaron allí emitieron casi tres veces más óxidos de azufre que todos los coches de Barcelona.