Hoy en día, nuestro modo de vida está ligado al uso de pilas de litio. Usamos pilas de litio en nuestros relojes, pulseras de fitness, teléfonos móviles, llaves, coches eléctricos y mucho más. Muchos ingenieros intentan averiguar cómo fabricar baterías con materiales altamente disponibles que sean biodegradables, sostenibles y no requieran complejos procesos de extracción o refinado.
Un grupo de ingenieros del Departamento de Biomateriales de la Universidad del País Vasco ha desarrollado una batería biodegradable que es totalmente compostable, lo que significa que el embalaje, la carcasa y los conectores se pueden retirar y tirar a cualquier contenedor de residuos orgánicos. Los componentes básicos son biopolímeros, como la celulosa o la cola de molusco.
Esta batería biodegradable se basa en los sencillos principios de la capilaridad y la transpiración. Según los investigadores, puede funcionar 10.000 veces al día, es decir, más de 27 años, por lo que, a efectos prácticos, debería tener una vida útil cercana a los 30 años, y cuando lo haga, podrá desecharse sin apenas complicaciones.
Ahora, una de las partes más difíciles es probar esta batería más allá de las condiciones de laboratorio, pensar en un modelo de negocio para su industrialización y pensar si puede utilizarse en vehículos eléctricos o para otros fines cuando todo lo demás falle.
En otras palabras, por muy revolucionario que sea un descubrimiento, pueden pasar años hasta llegar a un vehículo eléctrico. Incluso si pudiera producirse en serie ahora, requeriría al menos meses de pruebas, validación y aprobación.
No sólo tienen que cumplir una serie de especificaciones como densidad de energía, capacidad y resistencia, sino que también hay que probar sus características de seguridad: resistencia a los choques, sobrecalentamiento y, lo más importante, deben poder fabricarse en serie de forma rentable. Hay muchos pasos intermedios para llegar a esta fase.
La investigación forma parte del Proyecto Bideko, en el que también participan otras empresas y centros de investigación. El objetivo del proyecto es crear baterías no sólo para la industria del automóvil, sino también para sistemas energéticos descentralizados no conectados a la red principal y para la agricultura de precisión.
Lógicamente, estas baterías no contendrán elementos tóxicos y, dado el origen biológico de sus materias primas, no producirán emisiones al final de su vida útil. Además, serán carbono "negativas" al eliminar dióxido de carbono de la atmósfera durante su vida útil. Al final de su vida útil, no producirán residuos inmanejables y contribuirán a la economía circular.
Según la página web, el proyecto comenzó en octubre de 2021, y el primer prototipo de batería compostable se obtuvo en el laboratorio en julio de 2022. El proyecto finalizará en septiembre de 2024.