El exterior de un coche dice tanto de su propietario como su aspecto físico. La carrocería y la pintura de un vehículo deben recibir tanta atención como la mecánica, ya que los daños externos pueden afectar al aspecto exterior y, por supuesto, al precio de venta si el coche se va a comercializar.
Hay varios factores y agentes que pueden dañar la pintura de un coche y, por tanto, atacar a la carrocería. Aunque el invierno parece más peligroso en este sentido que el verano, ambas estaciones repercuten negativamente en el aspecto exterior de un vehículo.
Los factores y fenómenos que más afectan a la pintura y a la carrocería (si se han producido daños y la chapa ha quedado expuesta al aire) de un coche son:
- El agua. El contacto del agua con la chapa acelera el proceso de corrosión.
- La humedad. Las gotas finas penetran y permanecen presentes durante mucho tiempo en la carrocería y la pintura.
- Barro. Mantiene la humedad en contacto con el metal durante mucho tiempo.
- Sal. Es muy corrosiva.
- Gravilla. Provoca arañazos en la pintura, dejando al descubierto el metal.
Para evitar la corrosión, hay que prestar atención a dos aspectos principales: el estado de la pintura y la limpieza del exterior del vehículo. Los arañazos y rasguños en la pintura dejan al descubierto la carrocería, que es más susceptible a la corrosión y el óxido.
La mejor forma de prevenir el óxido en la carrocería es mantener el coche limpio y libre de agentes cáusticos, por lo que es importante limpiarlo regularmente, sobre todo en invierno después de una nevada (debido a la presencia de sal en las carreteras) y en verano, especialmente después de una estancia en la costa.
Para evitar que la pintura se deteriore y que siga cumpliendo su función protectora, también hay que cuidarla con los productos adecuados. Después de limpiar el coche y eliminar todas las partículas, es aconsejable aplicar una cera o abrillantador para proteger el color del vehículo. No olvide utilizar un paño suave de microfibra y secar bien toda la superficie.