Son muchas las cualidades que se le pueden atribuir a Honda a lo largo de su historia. Pero, además de por sus buenos acabados, la fiabilidad de sus motores y la calidad de sus productos, también se le debe reconocer su versatilidad, haciendo que la marca se haya adaptado a todo tipo de plataformas a lo largo de su existencia. Hoy vamos a repasar uno de sus grandes logros, el motor V4.
Honda nunca se ha acobardado con nada. Ejemplo de ello fue que la marca nipona trabajó manteniendo sus altos estándares de calidad con los simples motores de dos tiempos y de ahí fue pasando a los motores de cuatro tiempos con todo un número de cilindros (hasta 6) en paralelo, opuestos, en forma de V transversal o en sentido de la marcha. Y todo ello sin hablar de los motores sobrealimentados.
Uno de los ejemplos a la hora de asumir riesgos y que ha ayudado a alimentar su magnifica reputación dentro del mundo de la competición y del comercial es, sin duda, el motor V4. Uno de sus logros más reconocidos por profesionales y aficionados.
Honda V4 ¿La configuración perfecta?
A pesar del paso de los años, para muchos, esta sigue siendo la configuración de motor perfecta debido a su equilibrio entre rendimiento y capacidad para entregar potencia de una manera muy lineal en todo el rango de revoluciones. De esta forma, combina la posibilidad de subir rápido de revoluciones y ofrecer un gran comportamiento a medio régimen.
Además, este bloque motor es más estrecho, lo que supone un punto extra para la manejabilidad y la aerodinámica de la moto.
El primer V4
Esta configuración hizo su aparición en 1979, cuando el mundo estaba dominado por las V2. La primera vez que vio la luz fue equipada en la NR500 para la vuelta de Honda a los GG.PP.
Pero todavía quedaba un poco para que el motor se perfeccionase, y no fue hasta 1982 cuando utilizaron toda la experiencia obtenida en la competición para lanzar al mercado la VF750F.
Después le siguieron múltiples modelos hasta llegar a la Honda VFR800F en la actualidad.
La RC30
En 1987 se lanza al mercado la Honda VFR750R, una moto que revolucionó el mundo del motociclismo debido a la cantidad de componentes nunca vistos hasta ahora, como su basculante monobrazo en aluminio, las bielas forjadas en titanio, la distribución por cascada de engranajes, etc.
Es con este modelo con el que Honda gana las dos primeras temporadas del recién nacido Mundial de Superbike en el 88 y 89.
Aunque a principios de 2000 volvieron a competir con el V2 de la VTR1000, Honda nunca ha abandonado el exitoso V4, equipándolo en la CBR1000RR-R, con la que compiten en el Mundial de Superbike desde 2019.