Desde los cambios del año pasado en la legislación europea en materia de combustibles, se ha modificado el uso de combustibles como gasolina en España y seguirán cambiando. Todo comenzó con una nueva nomenclatura y etiquetado en las estaciones de carga y ahora sigue la posibilidad de que el 2019 sea el último año de vida para la gasolina de 95 octanos.
¿Por qué este cambio en el consumo de gasolina?
Ante los 17 objetivos de la ONU para el Desarrollo Sostenible, la intención de cambiar la nomenclatura en los países miembros de la Unión Europea y colocar pegatinas en los coches que identifican el tipo de combustible que utilizan forma parte de un plan a mediano plazo. Este consiste en dejar de usar los combustibles fósiles no renovables.
Es por eso que, entre el combustible más común, que es la gasolina, se comenzará a contrarrestar el producto de menor calidad (la gasolina 95), que involucra mayor emisión de azufre y otros contaminantes a la atmósfera y que, con respecto al beneficio que produce, su eficiencia comienza a ser inaceptable.
Y aunque algunos especialistas aseveran que este cambio debió realizarse desde hace años, el parque vehicular de la nación española obliga a mantener viva la distribución de gasolina 95 al menos durante el 2019.
Esto se hace pensando estratégicamente en beneficio de un procedimiento cuyo impacto se piensa aligerar para los consumidores en España y gracias a una tercera prórroga tras determinar su venta hasta 2013 (luego a 2016 y posteriormente a 2018).
Ventajas y desventajas para el 2019
Entre otras ventajas del cambio, una de las primeras que se hizo notar desde octubre del año pasado entre tanta confusión por la nueva nomenclatura fue que no hubo más errores a la hora de repostar. Antes, a menudo pasaba que los conductores cargaban diésel para un coche de gasolina y viceversa, pero con las pegatinas esto se acabó.
Con respecto a continuar con la gasolina de 95 octanos durante 2019, se beneficia a los consumidores directamente en el bolsillo, pues la de 98 es más cara. Además de que permite a viejos modelos, matriculados antes del año 2000, seguir en circulación sin mayor problema. El cambio a un mayor octanaje, aunque beneficioso para el medio ambiente, haría mella en los vehículos más antiguos y su potencia.
Finalmente, ante un cambio global para evitar la dependencia de los combustibles fósiles que empezó desde la segunda mitad del siglo pasado, pero con los pies en la tierra, las regulaciones impiden que cada empresa haga los cambios a su propio ritmo, con lo que se evita así un caos.
Con los cambios se acaban también viejos usos, pero todo es en mejoría del mundo, o sea: de nosotros mismos. ¡Adiós, gasolina 95 en España! ¡Bienvenido, consumo responsable!