La gran campaña que se está haciendo contra los coches con mecánica diésel está provocando que tanto los usuarios como los fabricantes estén dejando este tipo de vehículos a un lado. Pero ¿supone esto el principio del fin de los coches diésel?
¿Estamos viviendo los últimos días de los coches diésel?
Siempre que hemos querido cambiar de coche hemos tenido que valorar un montón de parámetros y, entre ellos, estaba la eterna duda: ¿diésel o gasolina? En estos momentos, con el dieselgate y los impuestos no sabemos a qué atenernos.
Pero para que podamos respirar tranquilos, debemos afirmar que no estamos ante la desaparición del diésel. Es obvio que quiere adelantarse su fin, pero aún tiene por delante un largo recorrido. Camiones, tractores, excavadoras y SUV seguirán gozando de esta mecánica, aunque en los turismos sí es posible que desaparezca este tipo de motor, pero no ya por una cuestión ambiental, sino por motivos económicos.
¿Va a desaparecer el diésel como carburante?
Vamos a recurrir a las cifras para tener una visión más panorámica. El parque automovilístico español está dominado por los vehículos de gasóleo. Tanto es así que existen 4 millones más de vehículos con este propulsor que con gasolina. De los 18 millones que funcionan con diésel, 13 son los turismos. Por lo tanto, suprimir el diésel supondría un coste económico insostenible, teniendo en cuenta, además, que el sector del transporte utiliza solo este carburante.
¿Va a limitarse la conducción en ciudad?
Solo los vehículos que generan mayor contaminación y los más viejos estarán completamente prohibidos en las ciudades. En Madrid, por ejemplo, a partir de noviembre se aplicará una nueva ordenanza de movilidad que restringirá el acceso al centro de la capital a los vehículos matriculados antes de 2006, entre otros, y también su estacionamiento.
¿Qué estrategias se plantean para 'liquidar' a estos automóviles?
Como siempre, se utilizarán medidas de corte fiscal que podrían llegar a encarecer este combustible entre 10 y 15 céntimos por litro.
No puede penalizarse la compra de este vehículo, pero sí suprimirse el impuesto de matriculación vinculado a la emisión de dióxido de carbono, que en un diésel es inferior, y trasladar esa carga al impuesto de circulación que recaudan los ayuntamientos. Pero habría que reformular los impuestos para que se pagase en base a la contaminación y no a la potencia, tal como sucede ahora.
El valor de mercado de los vehículos con mecánica diésel se ha reducido, sobre todo en el de segunda mano, aunque se trate de vehículos con un 'diésel limpio'. No se ha hablado de prohibir el uso de los vehículos que utilicen este tipo de carburante, pero sí se trata de retirarlos de forma paulatina de la circulación.