¿Qué pueden tener en común un vehículo de marcas accesibles como Ford o Chevrolet con otras más lujosas como Mercedes, Aston Martin o Ferrari? Que estos coches forman parte de una pequeña élite de grandes clásicos, iconos que perduran en el tiempo, difíciles de olvidar.
Su éxito radica en su diseño, sus formas, en su innovación y su mecánica (que aunque hoy sea muy básica y obsoleta, en su época fue pionera). Todo ello hace que se conviertan en un símbolo y es que con el paso del tiempo, estos vehículos aumentan en calidad y todo buen coleccionista desea tener en el garaje de su casa… y quien no pueda, seguro que gustará de admirarlos en una exposición.
Medio siglo después, el tirón comercial ha sido aprovechado por los fabricantes que han tratado de reeditar estos viejos modelos para disfrute de los amantes del motor. Los coleccionistas y aficionados no suelen llamarlos por su nombre comercial, sino por su ‘alias’ o también se refieren a ellos por el año de fabricación.
FORD MUSTANG SHELBY GT350
Ford quería producir un deportivo sencillo pero con estilo a principios de la década de los 60. Un vehículo que pudiera circular por la calle a la par que poder participar en pruebas deportivas con una ligera preparación. Hasta que en 1964 nació el Mustang Shelby GT350, cuya primera serie estuvo en el mercado hasta 1973.
Los primeros Mustang contaban con un motor de seis cilindros atmosférico, cambio de tres velocidades y una potencia desde los 164 caballos. Más adelante comenzaron a equiparlos con cambios automáticos y el depósito de 2.8 litros creció hasta los 3.3 litros. Además se montó otro propulsor en V de ocho cilindros (el Windsor de 4’3 y 4’7 litros). Nueve años después se montaron los motores Cobra Jet & Super Cobra Jet V8 de 6’4 litros y FE HiPo V8 de 7’0 litros, llegando hasta los 375 caballos de potencia al incorporar sistemas de alimentación biturbo con transmisión trasera.
Se encontraba en tres carrocerías, todas ellas de dos puertas. El Fastback (terminado por un cristal trasero que se alargaba por el maletero); el Cupé Hardtop y el descapotable. Con los años y los nuevos motores de mayor cilindrada la carrocería también creció para poder alojarlos. Las primeras series estaban equipadas con volantes de madera y asientos de piel. En 1969 llegó a haber hasta once versiones de este auto.
CHEVROLET CAMARO
El Chevrolet Camaro fue la competencia directa del Ford Mustang, aunque salió al mercado tres años después, en 1967. El Camaro era un deportivo biplaza y la evolución misma del Mustang, aunque algo más económico. En la primera serie (fabricada hasta 1969) contaba con dos carrocerías distintas: cerrada y descapotable.
En General Motors decidieron ofertar hasta 80 combinaciones diferentes (entre motor, carrocería y características interiores). Así, el modelo Camaro RS tenía los faros ocultos en la parrilla, que contaba con motores de seis cilindros de 3.8 litros y 4.1 litros, con 155 CV de potencia. El acabado SS poseía motores V8 de 5.4 litros y 275 CV; de 5.7 litros y 300 CV o de 6.5 litros que llegaba a los 375 CV de potencia. Destacable fue el Camaro Z/28, con un motor de 290 CV, que incorporaba frenos de disco delanteros y un cambio manual de cuatro velocidades.
FERRARI TESTAROSSA
Nadie lo puede negar: cada coche que Ferrari lanza se convierte en todo un símbolo. Algunos van más allá, convirtiéndose en un mito, como es el caso del Ferrari Testarossa. Nació en 1984 y su nombre se debe a un piloto italiano, Testa Rossa, pariente de uno de los fundadores de la lujosa firma italiana.
Su carrocería iba muy acorde con las de la época: de aluminio y totalmente cuadrada y plana, destacando sus faros ocultos. De la vista lateral eran llamativas las grietas que comenzaban detrás de las puertas, unas aletas que servían para la toma de aire de dos radiadores. El interior del habitáculo, más que lujoso, era más bien deportivo. No podía faltar el radiocasete tan propio de la época, oculto en un cofre.
Contaba con un motor central trasero de doce cilindros, con cuatro válvulas por cabeza, con inyectores en lugar de carburadores y con una potencia de 390 caballos. La caja de cambio manual tenía cinco velocidades. El Testarossa no llegó a competir en los circuitos ya que fue considerado como sinónimo de exclusividad. Se fabricaron algo más de 7.000 unidades hasta el año 1991.
ASTON MARTIN DB7
James Bond popularizó en la gran pantalla el Aston Martin DB6, por lo que la firma británica se propuso rediseñarlo. De este modo, en 1994 nació el Aston Martin DB7, que heredaba la estética del anterior (suaves líneas con el mismo morro de la marca) pero incorporaba la tecnología de aquellos tiempos.
Desde el principio se pensó en el DB7 como un deportivo de lujo para conducir en la calle y no en los circuitos. De ahí que su interior contara con acabados perfectos: maderas, pieles cosidas a mano y plástico se combinaron a la perfección con mucho buen gusto. Además, mantuvo el tradicional reloj analógico que incorporaban los modelos de Aston Martin.
Estaba disponible en dos carrocerías (descapotable o cupé) y con un motor fabricado en aluminio de seis cilindros y 24 válvulas sobre alimentado, con una caja de cambio manual de seis velocidades. En cuanto a electrónica contó con un elemento de seguridad y estabilidad como el ASR.
MERCEDES 300 SL
Uno de los deportivos más cotizado de la historia y que aún buscan los amantes de los clásicos es el Mercedes 300 SL, especialmente la versión “Alas de gaviota”, con unos acabados espectaculares aunque lo más atractivo era la peculiar manera de abrirse las puertas (hacia arriba). Además, fue el primero de la historia en contar con un sistema de inyección directa… ¡una auténtica fiera de la carretera!
Se produjo solamente entre los años 1954 a 1957, aunque el descapotable con puertas normales continuó hasta 1963. El interior era totalmente lujoso: tapizados de piel; velocímetro y cuentarrevoluciones tras su volante blanco marfil (aunque también había otro en negro); junto a ellos, indicadores de temperatura y aceite y palancas de ventilación. Con tanta funcionalidad no hubo espacio para colocar la radio, que estuvo ‘colgada’ bajo el salpicadero.
El “Alas de gaviota” contaba con un motor de seis cilindros en línea, con dos válvulas por cabeza de 2’9 litros, ofreciendo una potencia de 215 CV. Incorporaba también una caja de cambios manual de cuatro velocidades. En cuanto a los frenos, eran de tambor (no de disco, como se pueda pensar).
FERRARI GTO 250
Este modelo de Ferrari es todo un privilegio, pues está considerado como uno de los más caros del mundo, llegándose a pagar por uno de ellos la friolera de 28’4 millones de euros en una subasta en California. Sólo se fabricaron 36 unidades de este deportivo de dos puertas entre los años 1962 y 1964.
Contaban con un motor Ferrari de doce cilindros en V y 3 litros con 24 válvulas alimentadas por cuatro carburadores y una caja de cambios manual de cinco velocidades. Su interior era muy simple: no contaba con radiocasete, ni airbag ni, mucho menos, lujos como los asientos de cuero. La carrocería, bastante llamativa, contaba con formas muy redondeadas y suaves.