Aunque llevemos muchos años conduciendo y seamos ágiles al volante, muchos tenemos ciertas manías (bien sean por despiste, costumbre o porque alguien nos las ha enseñado) que, si no remediamos y evitamos, pueden darnos un buen susto cuando vamos conduciendo tranquilamente por carretera o ciudad… y también luego, al ver la factura del taller.
La suspensión, los neumáticos, la bomba de gasolina son algunos de los elementos que provocan más averías debido a estas manías. Repasemos algunos de estos malos hábitos, comunes en miles de conductores veteranos, que debes olvidar cuanto antes para cuidar tu coche… y tu cartera.
Poner punto muerto en las bajadas
Muchos conductores ponen punto muerto en las bajadas pensando que ahorrarán combustible. Error: no es más que una leyenda urbana y una gran imprudencia, ya que al conducir sin la marcha metida tenemos menos control sobre el auto, con el peligro que ello conlleva.
No frenar bien ante badenes u otros obstáculos
Los neumáticos y la suspensión del coche se resienten y estropean mucho ante los badenes y otros obstáculos que se nos presentan en la vía. Para no dañar estos elementos, no olvides reducir la velocidad con bastante antelación antes de llegar a ellos y frenar bastante antes de pasar por encima de los resaltos.
Conducir con el coche en reserva
En ocasiones, apuramos tanto el depósito del combustible hasta que nos salta la señal de la reserva en el salpicadero… y seguimos conduciendo con ella. Hay que evitar conducir únicamente con la reserva porque se puede estropear la bomba de combustible. Del mismo modo, también se pueden ver afectados los inyectores debido a la suciedad que se acumula en el fondo del depósito.
Para evitarlo, se recomienda no apurarlo tanto y repostar cuando aún nos queda un cuarto de depósito lleno de combustible. Así garantizaremos que la bomba se mantenga siempre sumergida en el tanque y nos ahorraremos un disgusto (además de una importante suma de dinero).
Apagar el motor de golpe después de un viaje largo
Tras un viaje largo, al llegar a nuestro destino, apagamos el motor de forma inmediata. Cuidado, no hay que acostumbrarse a ello ni hacerlo con demasiada frecuencia. Si nuestro vehículo tiene turbo, el circuito de circulación del aceite puede quemarse y averiarse. El turbo puede alcanzar temperaturas de hasta 500 grados y en caso de apagar el motor repentinamente, el aceite que queda en el circuito puede producir una grave avería. Lo ideal es dejar reposar el motor unos minutos antes de apagarlo. Así, el sistema de refrigeración lo enfriará y se reducirá la posibilidad de que se deteriore.
Utilizar poco el aire acondicionado
Si no usamos el aire acondicionado durante mucho tiempo, el sistema puede llegar a dañarse por falta de lubricación. De este modo, se recomienda encender el aire acondicionado incluso en invierno (aunque sea sólo una vez al mes durante unos 10 minutos) para alargar la vida del compresor y evitar, de esta manera, posibles fugas de gas.
Cuidado al pisar el embrague
Al meter la marcha, hay conductores que no pisan bien el embrague (debe mantenerse pisado hasta el fondo mientras cambiamos la marcha) y soltar con suavidad cuando se ha realizado la maniobra. Si lo hacemos con brusquedad y pisando mal el embrague, corremos el riesgo de que se rompa y su reparación no es precisamente económica…