En verano los largos desplazamientos traen consigo una gran preocupación a los conductores: el elevado gasto en combustible. Además, hay algunos pequeños vicios (acelerones, atascos…) que acaban convirtiéndose en hábito con los que también se gasta más combustible de la cuenta. Vamos a recordar una serie de sencillos trucos que conviene poner en práctica para ahorrar significativamente cuando llenemos el depósito o cada vez que repostemos.
Elegir bien la gasolinera y el momento del repostaje
Seguro que conocemos de sobra las gasolineras más económicas de nuestra localidad o barrio, pero ¿y las de nuestro destino de vacaciones? No hace falta recorrer decenas de kilómetros en su búsqueda: basta con observar si hay masificación de clientes en ellas o no, además de los paneles indicadores de precios.
En cuanto al momento del repostaje, hay que tener en cuenta que los precios del combustible varían día a día. Las fluctuaciones de dicho precio no sólo se deben a la variación del precio de los barriles de petróleo: también depende de la petrolera en cuestión y, particularmente, de la estación de servicio. A principios de semana (generalmente el lunes), el carburante suele ser mucho más económico que el fin de semana o en momentos clave como las salidas de verano o puentes…
El correcto repostaje
Normalmente tendemos a apretar a tope el gatillo de la manguera. Error. Así se generan más gases que consiguen aumentar la evaporación del combustible. Para que esto no ocurra, se recomienda llenar el depósito aplicando una presión media al gatillo. Al acabar, sin accionar el pulsador, hay que girar la boquilla: de esa manera caerá el combustible acumulado.
Vigilar la velocidad
En viajes por autovía y carretera tendemos a pisar el acelerador más de la cuenta lo que se traduce en un aumento del consumo de combustible. Sólo con aumentar la velocidad en 20 km/h, el consumo sube un 45% por lo que, el no conducir a la velocidad de la luz, nos saldrá más rentable (además de evitarnos alguna que otra multa).
No apurar el depósito de gasolina
No sólo por el peligro que supone quedarnos tirados en carretera sin carburante. Cuando el depósito está casi vacío, hay más aire en él, que hace que el combustible que queda se evapore con mayor facilidad. Además, si el nivel es muy bajo la bomba succiona con mayor facilidad los restos de suciedad que se acumulan en el fondo y, a la larga, pueden ocasionar alguna avería.
Apagar el motor en semáforos y atascos
Si bien siempre se ha dicho que al arrancar el motor se consume bastante combustible, son bastantes los coches que incorporan el sistema Start&Stop, con el que el auto apaga el motor cuando estamos parados en un semáforo o un atasco, evitando que se consuma carburante durante dichos segundos o minutos. Si nuestro vehículo no dispone de este sistema, podemos hacer lo propio girando la llave de contacto. Con este simple gesto podemos ahorrar más de 100 litros al año.
Cambiar de marcha cuando sea necesario
Hay que saber cambiar las marchas según el momento y nuestra conducción para evitar revolucionar el motor y así no consumir mucho. En los motores de los vehículos de gasolina hay que cambiar de marcha en torno a las 2.000 revoluciones, mientras que los diesel necesitan menos: unas 1.500.
Revisar la presión de los neumáticos
Tanto por seguridad como por economía conviene revisar la presión de los mismos antes de iniciar un viaje largo y también, al menos, cada dos semanas. Si les falta aire, el roce con el asfalto aumenta y, por tanto, el motor necesita un mayor esfuerzo en el que el consumo de combustible puede incrementarse hasta un 20%.
Aparcar a la sombra
Además de reducir la evaporación del carburante en el depósito, el aire acondicionado necesitará menos potencia para conseguir una temperatura agradable en el interior del habitáculo (recordemos que llevando las ventanillas bajadas el auto necesita hacer un mayor esfuerzo).
Dejar lo innecesario en casa
Maletas, mochilas, pasajeros… En vacaciones cargamos el coche más de lo habitual para pasar unos días de relax, algo que también se traduce en un mayor esfuerzo del motor. Lo mejor es llevarse sólo lo realmente necesario y, una vez en nuestro destino, descargar todo el equipaje y desmontar la baca (u otros accesorios para portar lo que necesitemos en vacaciones) para movernos con menos peso.
No desplazarnos a todas partes en coche
Durante las vacaciones podemos prescindir del coche en gran parte para recorrer distancias cortas o medias paseando, en bicicleta, en transporte público… No sólo ahorraremos, también olvidaremos el estrés de los atascos por unos días, además de hacer algo de ejercicio.