En los años 90 habían muchas fabricaciones de vehículos que finalmente no llegaron a ser aprobadas para el uso por la carretera y algunos modelos tampoco cumplían los requisitos como para correr en carreras dentro de circuitos porque no pasaban unas especies de pruebas de choques.
Este coche es el comienzo de Nissan en las carreras de resistencia, es un coche del que se fabricaron en tan solo 9 meses, 10 unidades; 8 fueron fabricadas para carreras y 2 de ellas fueron diseñadas para la calle. A día de hoy, solo queda una unidad de calle viva.
Nissan tuvo que contactar con TWR (Tom Walkinshaw Racing), una empresa especializada en la creación de coches de carreras en Reino Unido para que rápidamente les hicieran este coche porque querían participar en las carreras GT.
TWR inició desde la base del monocasco de fibra de carbono del Jaguar XJR-15 de calle, mientras NISMO se centraba en el motor. El tiempo de fabricación y desarrollo era contrarreloj, ya que tenían que crear este modelo en tan solo 9 meses.
Nissan fabricó dos unidades para la calle de este maravilloso R390, pero una de ellas fue destruida por una prueba. Probando la resistencia al choque frontal, el radiador situado en el frontal falló y el choque dejó el chasis del coche muy deteriorado. La única unidad de este modelo de calle se encuentra en el Museo de Nissan en Japón, conservada como un tesoro, ya que no hay más unidades, ni se van a fabricar. La unidad de calle fue diseñada por Tom Southgate en TWR, y en su diseño colaboró Ian Callum, que aportó al diseño detalles, y una visión especial. Los faros del 300ZX y la defensa delantera se mantuvieron intactas y el aspecto de la carrocería de fibra de carbono del coche estaba dirigido para la competición.
La idea para este coche era usar el motor del Nissan GT-R de calle, pero era muy pesado, ya que era un bloque de hierro, y al final evolucionaron el motor que equipaba el Nissan R90C (un coche de resistencia creado a principios de los años 90). Era un 3.5L, V8 sobrealimentado en paralelo por dos turbocompresores. Un motor que en competición entregaba hasta 650 CV de potencia, que unida al peso de apenas una tonelada del coche de carreras, permitía unas prestaciones alucinantes.
El coche de calle entregaba unos 550 CV, y se matriculó en Reino Unido, donde podía circular sin problemas. Su caja de cambios era idéntica a la del coche de competición, una secuencial de seis marchas, habitual en los circuitos.
Estos dos coches nunca salieron finalmente a la venta, pero tenían determinado un valor en aquellos años de unos 855.000 €. En su momento fue el coche japonés más rápido: aceleraba hasta los 100 km/h en 3,2 segundos y su velocidad punta era de nada más y nada menos 354 km/h. Sólo el McLaren F1 y los TVR Speed 12 eran más rápidos en aquella época que parece tan lejana.
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