La población mundial es de casi 7.700 millones de habitantes, por lo que, en el mundo salimos a un auto por cada 0,18 habitantes. Esto quiere decir que cada auto tendría aproximadamente cinco dueños. Lo que significa que, si suponemos que cada auto tiene capacidad para transportar a 5 personas (cosa que no es así), toda la población mundial cabría dentro de un auto. Quizá un poquito apretados.
¿Cuántos coches hay circulando en el mundo?
Según el estudio que realizó la revista especializada Wards Auto hace un par de años, en el mundo existen 1.420 millones de automóviles. De todos estos, 1.060 serían vehículos de pasajeros y 363 millones comerciales.
Como era de esperar, el reparto mundial es muy desigual, pues solamente en Estados Unidos hay un vehículo por cada 1,30 habitantes. En Italia 1,3 vehículos por habitante. En Italia hay uno por cada 1,45 y en Francia, Japón y Reino Unido alrededor de uno por cada 1,7 personas.
¿Es sostenible esta situación?
En China llevan varios años de imparable crecimiento. Tanto está aumentando la matriculación de vehículos, que hace unos años produjo un atasco que se extendió durante más de 100km y duró 10 días. En el país oriental tienen una proporción de un coche por cada 17 personas, mientras que en la India es de un vehículo por cada 56. Es obvio que, en occidente, el ratio es menor por lo general.
La pregunta es ¿qué ocurriría si todo el mundo tuviese unos ratios como los que existen en Europa o EE.UU.? El uso del petróleo desmedido provocaría escasez de combustible y las emisiones de CO2 se dispararían, generando una situación insostenible.
¿Cómo se soluciona esto?
Existen países que ya se han puesto manos a la obra para frenar la situación, implantando medidas como las limitaciones para circular dentro de las grandes ciudades o los programas de “hoy no se circula”, puestos en marcha en México. Aunque algunas propuestas son más acertadas que otras, no cabe duda de que el asunto comienza a situarse como una de las prioridades.
La solución está cada vez más clara: apostar por la electrificación de la industria y el fomento del transporte público como primera opción. Aunque, debido a nuestra mentalidad (y al precio) va a costar introducir el concepto en nuestras costumbres, es cuestión de tiempo que nos demos cuenta de que es algo necesario.